La atmósfera es un manto que rodea tanto a la Litosfera como a la Hidrosfera, y además de estar compuesta por fluidos, contiene moléculas sólidas y líquidas en supresión atraídas por la gravedad terrestre. Desde la misma se originan los cambios climáticos y meteorológicos que afectan al planeta, regula las entradas y salidas de energía de la Tierra y es la vía principal de transferencia del calor, la cual sólo permite que penetren la mitad de los rayos solares.
La atmósfera posee la siguiente estructura química: un 76% de nitrógeno, un 23% de oxígeno y un 1% de argón, dióxido de carbono, vapor de agua, ozono y moléculas sólidas. Todas estas sustancias que la constituyen son la base de la vida de todo el planeta; por un lado el oxígeno de la atmósfera es una capa delgada de gases que envuelve a la tierra, con una antigüedad de 4.600 millones de años, se adhiere al planeta mediante la fuerza de gravedad, posee un grosor de 10.000 km y permite que la vida sea posible en la Tierra, porque contiene el aire que se respira, produce la lluvia, controla la acción del frío y del calor. Asimismo, protege a la Tierra de meteoritos, puesto que muchos de ellos, se incineran al entrar a la atmósfera (estratosfera).
La atmósfera del planeta Tierra no siempre ha sido la misma, la propia naturaleza modificó su estructura, puesto que su configuración actual es consecuencia de un proceso de millones de años, originalmente estuvo forera posibilita a las plantas y animales transformar su alimento en energía y por el otro, el dióxido de carbono es usado por las plantas para elaborar los alimentos, de los cuales dependen los animales y pese a que dicha composición es constante, se debe tener presente que la atmósfera suele alterarse por la actividad humana. Por contención, la mayor parte de la materia atmosférica se halla concentrada en los primeros kilómetros, el 40% de ella se ubica bajo los 5 km, el 60% bajo los 10 km y sobre los 65 km se encuentra quizás una milésima parte del porcentaje total.
La atmósfera presenta una composición homogénea en los niveles principales y está dividida en capas horizontales con características propias, ellas son: la troposfera, estratosfera, mesosfera, magnetosfera, termosfera o ionosfera y la exosfera. En la Tierra, la combinación de gases se ha incrementado desde hace 4.600 millones de años, por tal motivo la atmósfera primitiva debió estar compuesta sólo de emanaciones volcánicas, es decir de una aleación de vapor de agua, dióxido de carbono, dióxido de azufre, nitrógeno y sin oxígeno.
Para obtener la evolución, han debido producirse una serie de fenómenos entre los que están la condensación. Al enfriarse, la mayor porción del vapor de agua de procedencia volcánica se disipó, originando los primeros océanos y además se produjeron reacciones químicas. Se considera que una parte del dióxido de carbono interactuó con rocas de la corteza terrestre para formar carbonatos y algunos de ellos se diluyeron en los nuevos océanos.
La combinación de gases que denominamos aire, conserva la cantidad de sus componentes casi inalterable hasta los 70 km, aunque mucho más dilatados y menos densos de acuerdo al ascenso, desde los 75 km la composición se hace más variable. Los contaminantes diseminados por toda la atmósfera, pueden reaccionar entre sí, por lo menos muchos de ellos y originar compuestos de actividad más o menos fuerte y de mayor o menor peligrosidad. Esta acción conjunta o incremento de la perturbación entre los compuestos, se intensifica especialmente en las ciudades o en los espacios de desarrollo industrial.