El término bioclima se emplea para nombrar al tipo de clima que puede diversificarse de otros según al grupo de factores climáticos que inciden en el desarrollo y la supervivencia de los organismos vivos.
Suele considerarse bioclima a la región cuyos territorios cuentan con propiedades análogas en cuanto al clima, las cuales al mismo tiempo son diferentes de acuerdo a las características que presentan los bioclimas adyacentes. Las características climáticas del bioclima influyen en la vida y en la distribución de los seres vivos que residen en la zona.
La distribución de los bioclimas se realiza depende de los valores de diferentes índices y parámetros. Existen cinco importantes macroclimas, tales son el polar, boreal, templado, mediterráneo y tropical, que del mismo modo abarcan las diversas clases de bioclimas. Entre los bioclimas más resaltantes son el pluvial, el desértico, el desértico continental, el hiperoceánico y el oceánico. En cada bioclima es probable encontrar biocenosis específicos, puesto que la estabilidad de los seres vivos en el terreno está relacionada a las condiciones climáticas determinadas.
La especialidad científica que se encarga del estudio de los bioclimas y de los vínculos recíprocos entre el clima y los seres vivos se le denomina bioclimatología o fitoclimatología. Por ejemplo, el estudio de variables como el nivel de la temperatura y precipitaciones, junto a la recolección de información de los organismos que viven en una zona, son los objetos de análisis de la bioclimatología, una ciencia que es importante para la conservación de la biodiversidad.
Asimismo, el clima es uno de los principales elementos condicionantes de la distribución de las plantas. De acuerdo a los umbrales de temperatura y de la disponibilidad hídrica delimitan las condiciones en las que las plantas puedan cumplir sus ciclos vitales. Las clasificaciones bioclimáticas forman tipos climáticos cuyos límites, definidos por medidas e índices climáticos, se concuerdan a la distribución de determinadas plantas y grupos vegetales.
Para caracterizar el ámbito bioclimático de las faciaciones y series de vegetación es empleada la clasificación de Rivas Martínez (1987). La cual consiste en que las dos regiones biogeográficas de la Península Ibérica, Eurosiberiana y Mediterránea, hay termotipos y ombrotipos que constituyen respectivamente ámbitos de temperatura y precipitación asociados a la distribución de la vegetación. Por medio de la combinación de termotipos y ombrotipos se detallan los pisos bioclimáticos.
En la región Mediterránea el clima es mediterráneo, caracterizado por la sequía estival; en el período en el que la temperatura es apropiada para el crecimiento de las plantas el agua disponible es muy limitada, lo que ha hecho que las plantas presentan adaptaciones como la esclerofilia, observable, por ejemplo en las hojas de la carrasca, árbol que domina una de las formaciones mediterráneas más características, los carrascales. Este clima es el de la Ribera de Navarra y casi toda la zona media.
Así, en la región Eurosiberiana el clima se caracteriza por ser templado, no existe sequía estival y el recurso hídrico es más frecuente a lo largo del año. Los bosques planocaducifolios son los más particulares en esta región, tales como los hayedos y los robledales de roble pedunculado.
Por último, en el límite de las regiones Mediterránea y Eurosiberiana el clima presenta características intermedias, existe sequía estival, pero de manera moderada; el clima muestra un carácter submediterráneo al que están aplicadas formaciones tal como los robledales de roble peloso y ciertos tomillares.