La deuda externa, engloba los compromisos que un determinado país contrae con relación a inversiones públicas con diferentes instituciones bancarias a nivel mundial, es decir son los cargos que acumula un país con respecto a entidades extranjeras. Algunas veces, corresponde a periodos complicados que enfrenta la nación deudora, los cuales no pueden resolverse debido a la falta de recursos, esto genera que especialmente naciones en desarrollo recurran a préstamos, a través de sus Bancos Centrales, acuerdos extranjeros y a organismos como el Banco Mundial, para solventar varias necesidades.
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La causa principal para que un país adquiera una deuda es que supuestamente permite mantener los recursos propios y percibir capital foráneo para explotar, encauzar o producir nuevos bienes y prestaciones. No obstante, se vuelve un dilema cuando dicho fondo no se invierte en aquello para lo que fue tramitado, ni se emplea de forma productiva o si los distintos acuerdos de devolución se sensibilizan, bien por incumplimientos pasados del deficitario o por presiones externas para replantear la política económica.
La deuda externa puede verse como un medio de financiación al que todos los países suelen acudir para conservar su desarrollo económico, se origina de la incapacidad del Estado para cubrir sus consumos con los ingresos regulares, lo cual establece la existencia de pasivos en las cuentas fiscales. De este modo, mientras mayor sea el déficit monetario, más elevadas serán las necesidades de su financiamiento y bastante elevado podría ser el endeudamiento. Desde hace varios años se menciona otro término, el “Default”, que en palabras financieras, implica el no cumplimiento de los compromisos de deuda externa en su vencimiento.
Al contraer una deuda pública externa, el Estado, en un plazo intermedio, debe contar con un flujo de beneficios fiscales, de tal manera que le permita pagar el préstamo o lo acordado y así poder subsanar los demás gastos dispuestos en la ejecución presupuestaria. Por tal motivo, lo más justo es que el gobierno, al instante de asumir la responsabilidad de la carga deudora, tenga muy presente cómo será su pago posterior, si mediante el financiamiento de planes que a mediano plazo produzcan recursos para cancelarla o en consecuencia, tener delineada una adecuada política fiscal que pueda sostener la retribución de la misma. Si en el periodo establecido, no se tienen los recursos para poder honrar la prestación del capital, se debe optar por el refinanciamiento, a través del cual se intenta conseguir otro préstamo de dinero bajo nuevas condiciones de amortización.
Algunas causas de la deuda externa:
- Los desastres naturales y epidemias, que llevan a solicitar préstamos para disminuir sus efectos.
- Las inversiones en nuevas siembras, empresas, etc. que pueden frustrarse por no haber tomado en cuenta los trances que producen los cambios en los mercados u otros motivos.
- Mala utilización de los préstamos, la cual genera una deuda sostenida que significa, la necesidad de más recursos externos para compensarla.
- El descuido sea premeditado o no, en lo que se refiere a los efectos de que los créditos en exceso pueden ocasionar o la falta de formalidades antes de concederlos.
La deuda externa ha producido a lo largo de la historia, muchos inconvenientes en las diversas economías del mundo. Cuando una nación debe mucho dinero, el pago en intereses se incrementa y puede suscitar el ahogo de la economía; el sobreendeudamiento logra por una parte que el país no pueda solicitar de nuevo otro préstamo y por otra, debido a que es muy probable que una porción de ese compromiso no pueda pagarse más adelante, que el interés a abonar por la obligación asumida se dispare aumentándole más y ocasione un gasto adicional que debe enfrentar la nación, lo cual produce inconvenientes graves como la inflación y descapitalización de los fondos.