Es una de las cruzadas de la Edad Moderna en Europa, más conocida y estudiada mundialmente; un enfrentamiento bélico que se inició en Bohemia (Sagrado Imperio Romano Germánico) en el año 1618 y que se extendió hasta el año 1648, culminando con la Paz de Westfalia. Es una guerra que, a pesar de que comienza con una lucha interna del Sacro Emporio, termina por convertirse en una contienda internacional, en la que se involucran tanto católicos como protestantes.
Formaron parte de ella, las naciones europeas que conformaban los dos bandos, como España y Holanda. Más sin embargo, no es considerada solamente como una guerra de tipo religioso, sino que también simboliza un enfrentamiento político y económico. Las discrepancias religiosas y de Estado reinantes entre la nobleza protestante y el Emperador católico de la dinastía Habsburgo Fernando II, fue lo que dio origen a la Revolución de Bohemia de 1618. Por otro lado, la expulsión de Praga y el requerimiento de nombrar un rey oriundo de Bohemia, impulsaron el inicio de la Guerra de los Treinta Años. Durante la primera etapa del conflicto, el Emperador, apoyado por los príncipes católicos, parecía tener el dominio de la situación en el instante, en el cual el rey presbiteriano de Dinamarca decide formar parte de la guerra y exactamente en ese momento los daneses al ser derrotados también fueron obligados a firmar la Paz de Lübeck, después de la conquista de Holstein.
Las condiciones cambiaron totalmente, cuando el rey sueco Gustavo Adolfo II arribó a Pomerania en el año 1630. La intervención sueca en la guerra, tuvo lugar en un momento en que los mismos se sentían intimidados por la opresión ejercida sobre los protestantes durante el reinado de Habsburgo y por los proyectos de establecer una flota en el Mar Báltico. El rey de Suecia consiguió avanzar hasta Munich, entrando con sus tropas a través de los principados del clero, ubicados en el área del Rhein Medio. El Rey Gustavo Adolfo falleció en plena Batalla de Lützen, el día 16 de noviembre de 1632.
Causas fundamentales de la Guerra de los treinta años
Justificaciones religiosas
Sin ningún tipo de dudas, las más analizadas. Los estudios históricos y gráficos tradicionalistas, argumentan que ésta fue una cruzada concretamente religiosa, una manera de darle continuidad a enfrentamientos que generaron la modificación de la forma de protestar desde el primer tercio del siglo XVI. No obstante, desde hace varios años y actualmente, los historiadores exponen el hecho de que la Guerra de los Treinta Años, fue mucho más que una pugna entre los católicos y protestantes. Aun así, no deja de ser cierto que uno de los primeros factores que llevaron a la guerra, fue la elección de un católico como nuevo emperador del Sagrado Imperio, como fue Fernando II.
Justificaciones políticas
Aunque se ha podido comprobar que se formaron lazos o convenios, basados en la confesionalidad religiosa de la alianza protestante y la católica, no se puede obviar los intereses políticos que existieron detrás de esto. Las realezas europeas de la Edad Moderna, estaban muy ligadas gracias a los vínculos familiares. Por tal razón, cuando el rey de una dinastía fallecía sin dejar herederos, se producían diferencias políticas en Europa, debido al tema de la sucesoria. Por ello, tener descendientes se volvió uno de los asuntos de mayor importancia, ya que sólo de ésta manera se daba continuidad a una dinastía real.
Justificaciones económicas
Para comprender mejor los intereses económicos que podrían tener las potencias europeas que combatieron en éste conflicto militar, hay que analizar y entender la relevancia del área donde se desarrolló el enfrentamiento: entre el mar del Norte y la zona del Báltico, donde existía y aún existen hostilidades por el control del movimiento comercial de estas regiones, las de mayor importancia en la Edad Moderna. Suecia, Dinamarca y Holanda, que inicialmente eran aliadas por compartir una religión protestante, terminaron rivalizando, como resultado de la necesidad de ejercer un dominio económico sobre estas zonas.