Heliosfera, es la denominación que fue otorgada a la zona espacial que está bajo el dominio del viento solar y su espacio magnético, cuya estructura está compuesta de iones provenientes de las capas externas del sol y se prolonga, hasta rebasar la superficie de Plutón. Lo cual da lugar a dicha área, ésta se presenta como una burbuja magnética y en su interior se localizan los planetas del sistema solar, el límite impuesto por ella se denomina heliopausa. En otras palabras, es un manto ubicado en la frontera superior de la atmósfera terrestre, su componente principal es el helio.
Dicha capa, actúa como un escudo para salvaguardar al sistema planetario de los rayos cósmicos de mayor energía, más allá de esta periferia los estados del campo interestelar son sumamente delicados, en comparación con la condición actual de la capa gaseosa terrestre. Es concretamente una región que delimita el borde que separa a la órbita estelar de los otros elementos universales, este margen lo determinan las interacciones que se producen entre los corpúsculos cargados que son expulsados por el Sol (viento solar) y las chispas cósmicas que surgen de la Vía Láctea, galaxia donde se localiza la Tierra.
La heliosfera, se configura desde los mismos espacios magnéticos que nacen a partir del eje central del Sol y debido al viento solar, estos campos que ejercen diversas fuerzas, son arrojados hasta los horizontes del sistema solar. Hay un sitio en el cual, el empuje de la ventisca interestelar es más recio que la presión que suele describir el viento solar, es allí donde debe finalizar el sistema solar y por consiguiente se localizaría esta enorme burbuja; punto que además señala el lugar, en que se detiene la emisión de gas formado por partículas dotadas de carga eléctrica. Luego de muchos años de trayectoria espacial, por medio de la sonda Voyager 2, se pudo descubrir esta zona y es algo reciente el traspaso de dicha información.
Sin embargo, no solo la estrella solar terrestre produce este colosal escudo, todos los astros en sus longitudes mayores o menores, generan su heliosfera particular pero es llamada astroesfera. Esta capa ha sido localizada en muchas estrellas, así por ejemplo encontramos a la que envuelve al enorme lucero Zeta Ophiuchi. Ahora bien, tanto las heliosferas, astroesferas como la denominada magnetosfera terrestre, cumplen una función primordial y es la de preservar del viento interestelar y de las fuertes radiaciones que derivan de lugares distantes, a nuestro sistema solar.
Se ha comprobado que la heliosfera se vuelve más frágil, cuando el Sol está en un ciclo de baja actividad solar, debido a que el magnetismo se reduce porque la ventisca se torna más débil y en consecuencia, esta capa enérgica se vuelve más endeble. Lo cual se puede constatar, cuando surge un número notable de radiaciones durante las fases de escasos movimientos solares y el declive de estas, al producirse la secuencia solar. Esto sucede porque logran trasladarse más fracciones energéticas hacia el sistema solar, en aquellos lapsos en que la heliosfera se vuelve más blanda. A partir del lugar este indicio luminoso, cuya presencia era hasta hace poco ignorada, está sujeto a la potencia que emana desde el campo magnético cósmico; esto ha llevado a estimar que el ambiente interestelar, repercute sobre la configuración de la heliosfera.
La heliosfera, de acuerdo a varios especialistas, es básicamente la estabilidad del viento solar cuando se desplaza, el cual se traslada junto a las presiones ejercidas por los gases y polvo contenidos en él, a velocidades que rebasan el millón de millas por hora; por ello, se modifica con el tiempo y nuestra situación en relación a la mencionada capa y al límite interestelar es muy relevante. Es de resaltar, que los efectos de la meteorología espacial pueden disminuirse por medio de la observación de la heliosfera, con el apoyo de los pronósticos.