Ibsen y el Teatro Moderno

Ibsen y el Teatro Moderno

Henrik Ibsen se ha convertido en uno de los tres grandes clásicos del teatro: Shakespeare, Chejov e Ibsen están en el centro mismo del repertorio estándar y ningún actor puede aspirar a la primera fila a menos que haya jugado algunos de los papeles principales en la obra de estos tres gigantes. Entre esta tríada, Ibsen ocupa una posición central, que marca la transición de lo tradicional a lo moderno del teatro. Mientras Ibsen, como todos los grandes dramaturgos que vinieron después de él, tenían una deuda inmensa con Shakespeare y Chejov, pero Ibsen logró ubicarse en un sitio distinto e inexplorado para el momento.

Ibsen por lo tanto se puede considerar como uno de los principales creadores y responsables de todo el movimiento moderno en el drama, a menudo aparentemente opuestos el teatro ideológico y político, así como las introspectivas tendencias introvertidas, que tienden hacia la representación de la realidad interior y sueños.

Lo más evidente es el impacto de Ibsen en la era social y política, sus esfuerzos para hacer que el drama y el teatro un medio para sacar a la luz los principales problemas sociales y políticos de la época sorprendía y escandalizaba a la sociedad que consideraba el teatro como un lugar de diversión superficial. Por lo tanto la posición de Ibsen parece única en la historia del teatro en la que parece haber sido el único dramaturgo que durante su vida se convirtió en el centro de lo que casi equivalía a un partido de los políticos Ibsenites que en Alemania, Inglaterra, y en otros lugares se ven la literatura contemporánea como una facción de los reformadores sociales y políticos extrañamente vestidos, los defensores del socialismo, los derechos de la mujer y una nueva moral sexual (como en el club de Ibsen, en el de Shaw el mujeriego ). Fue considerado un elemento peligroso y subversivo y el hecho de que Ibsen había convertido en el símbolo y figura decorativa de lo que equivalía a una contra-cultura ha tenido una influencia muy considerable sobre las fluctuaciones posteriores de su fama póstuma y la apreciación de sus obras tanto por la crítica y el público.

El efecto de este fenómeno colocó a Ibsen, durante mucho tiempo en la política comentando tópicos sociales y moralista y no como dramaturgo. Como resultado, cuando algunos de los principales objetivos de lo que se habían considerado se habían alcanzado sus preocupaciones más cercanas (por ejemplo: el voto femenino, una actitud más tolerante a la conducta sexual, y el rechazo de la intolerancia religiosa).

Se coloca el nombre de Ibsen en las primeras listas de los maestros de la nueva clase de grave drama, experimental y con razón pues fue Ibsen que estableció y demostró que el teatro podría ser un foro para la consideración seria de los problemas de las épocas. Él es el fundador y fuente de toda la cadena de teatro político e ideológico moderno.

Esta es una de las líneas de descendencia del drama contemporáneo podemos deducir claramente que Ibsen fue el responsable del impacto y el éxito final que resultó del teatro moderno, revolucionando el paradigma del teatro como entretenimiento superficial sino que podría ser más que el estimulante trivial sentimentalismo o la risa poco profunda, que se había convertido, al menos en el mundo a lo largo del siglo XIX como un medio de denuncia y creador de conciencia.

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