Esta era moderna atraviesa un serio problema socio-cultural, existe una desconfianza radical en la capacidad que puede tener el ser humano para hacer frente los problemas que plantea el exagerado predominio de la racionalidad instrumental y la estratégica en los diversos escenarios de la realidad social y personal.
A nivel personal el individuo se encuentra como un engranaje del sistema económico, a nivel político y social se encuentra con una tecnificación del mundo real donde el ejemplo más apreciable es la marginalidad que existente en grandes sectores de la población por parte de las instituciones a las que corresponde el destino de la sociedad.
El individuo se encuentra cada vez más alienado y desensibilizado con una pérdida de la identidad que cada vez se vuelve más profunda, las soluciones tradicionales ya no convencen pero tampoco se presentan alternativas de solución. Los problemas políticos, económicos y sociales han presentado una regresión cuando ya se pensó que eran situaciones superadas, donde las democracias se vuelven elitistas y se suprime la participación política directa del ciudadano común.
Se puede decir que el mundo occidental se está produciendo un desplazamiento acelerado donde se apoya planes de desarrollo económico y social de origen neoliberal y que subordina las economías nacionales a las economías capitalistas, donde el imperialismo se expande y renace.
Este proceso parece ser incontenible pues se impone de manera inexorable y los proyectos alternativos han entrado en crisis y las posibles soluciones no parecen tener la fuerza suficiente para contener el proceso y revertirlo. Existe una profunda crisis moral donde las bases del mundo moderno están siendo cuestionados donde dar una solución a esta crisis es de los grandes desafíos de la modernidad donde los neoconservadores, postmodernos y los criticistas han asumido el reto de dar respuesta a los problemas de esta época.
Estos han estado interviniendo en lo que llaman el debate posmoderno donde confrontan de manera crítica sus tesis sobre el diagnóstico de la crisis moral y espiritual a la que está sometida la sociedad actual y ofrecer alternativas para su solución. La cultura latinoamericana deberá enfrentarse con los horizontes culturales que se dejan entrever a través del debate.