La revolución Rusa, fue un movimiento político, social y económico que agrupa los sucesos que llevaron a la expulsión del régimen zarista y a la instauración de otro, el leninista, entre febrero y octubre de 1917, ésta condujo a la creación de la República Socialista Federativa Soviética De Rusia. Las trascendentales consecuencias que derivaron de la revuelta, hacen de ella uno de los grandes episodios contemporáneos y también uno de los acontecimientos más notables que resalta la historia de la Humanidad.
Esta revolución, que estuvo encabezada por obreros, campesinos y soldados, o sea por el pueblo, trajo como resultado la caída de la dinastía tiránica de los Zares, con Nicolás II su último monarca, lo cual representó la derogación del sistema totalitario reinante y al mismo tiempo, originó también la instalación de un gobierno comunista, dirigido por un grupo de simpatizantes de la doctrina de Karl Marx, que tuvo por dirigente a Lenin (Vladímir Ilich Uliánov), un político radical. La revolución Rusa, es una de las más intensas de la historia moderna y significó el estallido del sufrimiento de un pueblo por la situación que vivía el país; cabe mencionar que hubo varias divergencias internas, que terminaron en varias consecuencias no imaginadas por el pueblo.
La revolución se dividió en dos grandes sucesos: el declive del régimen zarista (Revolución de Febrero) y la creación del primer sistema comunista del mundo (Revolución de Octubre). El aspecto social que impulsó a la revolución, tuvo su origen en la opresión que el régimen autoritario mantuvo hacia el campesinado por siglos, esto produjo tensiones dentro de la clase baja rural que terminó en trifulcas. En lo económico, tanto la inflación como el hambre en todo el territorio ruso, propiciaron la rebelión y ésta cantidad de factores unidos al liderazgo de Vladimir Lenin, condujeron irremediablemente a la Revolución Rusa.
Las causas económicas de la Revolución Rusa, se asignan en gran parte a la mala gestión del sistema zarista, unida a la I Guerra Mundial. Más de catorce millones de hombres se agregaron al ejército, lo que acarreó poca cantidad de trabajadores en las fábricas y fincas; esto produjo una gravísima escasez de alimentos y de materia prima. Los trabajadores tuvieron que tolerar humillantes condiciones de trabajo, que implicaron jornadas de más de doce horas y bajos sueldos, además se originaron disgustos y huelgas, exigiendo reivindicaciones laborales y mejoras salariales; pocas empresas aceptaron las exigencias para ajustar los salarios, pero la inflación de guerra anuló su resultado.
En una de las protestas, en la cual el soberano Nicolás respondió con violencia, los obreros de las fábricas decidieron paralizar el ferrocarril y los demás medios de transporte; debido a esto, los pocos artículos que estaban disponibles no podían trasladarse a los establecimientos y los precios se elevaron en razón de que los bienes primordiales, eran cada vez más escasos. En 1917, el hambre acechaba a la mayoría de las grandes ciudades y desde luego, la evidente incapacidad de Nicolás II para resolver los problemas económicos de Rusia y la amenaza del comunismo para tranquilizar a la población, fueron el detonante de esta revolución.
El aspecto político de la revolución, resultó concretamente de la mezcla de los problemas sociales y económicos, también del odio que el pueblo ruso sentía por la dictadura del zar Nicolás II y por las pérdidas que sufrieron durante la I Guerra Mundial. Desde 1904, las condiciones de salud y seguridad de muchos obreros eran sombrías, lo cual trajo consigo muchas revueltas y casi todas fueron desatendidas por Nicolás II o castigadas, en ocasiones de una forma agresiva y letal, el fracaso del intento de conquista de Manchuria, fue también muy desagradable para el pueblo. A partir de 1915, la situación se tornó grave cuando Nicolás II, decidió tomar el control directo de la milicia e inspeccionar personalmente el frente de guerra, dejándole a su esposa Alejandra la carga del gobierno.