Un sindicato es una sociedad persistente de trabajadores, cuyo objetivo es protegerlos y negociar con los jefes sobre salarios y otras condiciones laborales. También, el sindicato podría definirse como un monopolio o consorcio destinado a lograr los grandes beneficios para sus miembros.
Así, cuando existe total empleo y los trabajadores pueden conseguir trabajo con facilidad, es decir, pueden protegerse por sí mismos, la necesidad de formar parte de un sindicato (sindicación) es mucho menor. La experiencia indica que en etapas de mayor desarrollo económico y demanda de empleo (por parte de las empresas) los trabajadores y sindicatos aprovechan la favorable circunstancia para exigir aumentos salariales.
En cambio, en un contexto de desempleo los sindicatos regulan sus demandas salariales y llevan sus peticiones a otros campos. Para poder mantener económicamente la labor de los sindicatos, los miembros deben estar dispuestos a pagar, como contrapeso, una cuota y aceptar la disciplina necesaria para defender las huelgas o movilizaciones organizadas por los sindicatos.
Un aspecto importante de las peticiones de un sindicato es el nivel salarial referente de sus miembros. Además, los estudios estadísticos muestran que, en un mismo sector, los empleados que forman parte de un sindicato, ganan mucho más que los trabajadores no sindicados con la misma calificación. Lo que optimiza la situación de los trabajadores organizados en sindicatos ante los no organizados. No obstante, el poder sindical está restringido por la resistencia de los jefes. Estos pueden cambiar los procesos productivos para ahorrar personal, subcontratar el trabajo a otras empresas menos sindicalizadas o importar los elementos de otros países.
En casos muy extremos, los jefes incluso pueden llevar toda la producción a un lugar no intervenido por los sindicatos o, también, a países menos sindicalizados.
El marco legislativo que determina la actividad de los sindicatos, ha permitido que éstos influyan a los gobiernos. Por ejemplo, los sindicatos británicos se han convertido en un importante apoyo económico del Partido Laborista y en Norteamérica se han vinculado al Partido Demócrata. Uno de los principales motivos de este tipo de asociaciones entre los sindicatos y los partidos políticos es la razón de compartir los mismos principios e ideales sociales.
También, en Francia, España e Italia, hay sindicatos que están más o menos relacionados a distintos partidos políticos. En las democracias occidentales, la disposición de trabajadores sindicados ha cambiado mucho a lo largo del tiempo y dependiendo el país.
Por ello, en ciertos países, los sindicatos han optado por una actitud distinta, apostando por el acuerdo con los jefes y gobierno y, así, dejando la confrontación. Por ejemplo, en varios países europeos, principalmente Alemania, los sindicatos tienen delegados en los consejos de administración donde tienen voz y voto.
Resulta muy característico el caso de los sindicatos ingleses; sus ingresos se están reduciendo, igualmente, el número de sindicados y parece existir una progresiva desconfianza entre los trabajadores sobre los posibles beneficios de asociarse a un sindicato. Para evitar la fuga de asociados los sindicatos se están viendo obligados a implantar cambios, convirtiéndose en sociedades más profesionales.
Por último, posiblemente el futuro de los sindicatos esté en los servicios propios como seguros, préstamos a tipo de interés pequeño, construcción de viviendas y sistemas de pensiones adicionales para satisfacer las necesidades de sus asociados. Y a buscar nuevos asociados en grupos hasta ahora poco representados como jóvenes, mujeres e inmigrantes (sin embargo, los inmigrantes que van a los países desarrollados son vistos frecuentemente como competidores por los trabajadores nacionales).